domingo, 18 de mayo de 2014

La Verdadera Protagonista


Deben ser las 18:09 hrs., la verdad es que no lo sé, pero siempre me gustó jugar a adivinar la hora y hoy no va a ser la excepción. Mi teléfono recibe mensajes pero lo ignoro, yo solo quiero ver la hora, quizás esta vez acerté.  18:12 hrs., hoy no fue el día, pero estuve cerca. No importa, de todos modos el lugar donde voy no tiene horarios.

 Jamás pensé que mi cama pudiera ser tan incómoda, quiero decir, es mi lugar favorito de la casa, casi un refugio... ¿cómo algo tan familiar y acogedor te puede llegar a resultar tan incómodo? Creo que ahora te entiendo, pero no del todo.

5 frascos de pequeñas bolitas blancas, que cliché... pero no me importa, es decir, es mi estilo para morir. No pude elegir como vivir, supongo que al menos podré decidir qué haré con mi muerte.
Esta posición ya me molesta, mis pies están entumecidos. No como esas cosquillas que dan cuando estás mucho tiempo de una misma forma... es más como que ya no tengo piernas. No las siento en absoluto. Y no son lo único que no siento. 

Me estoy empezando a aburrir, siento frio y calor a la vez, es raro todo esto. Al parecer es un proceso lento... ¿hubiera sido más fácil con veneno? No importa, tengo todo el tiempo del mundo... ella no vendrá de todas formas. Mis manos están más pálidas de lo común y mis uñas un poco moradas, no rosáceas como solía llevarlas.

Hay momentos que en que todo a mi alrededor comienza a ir más lento, la cortina se mueve suavemente por la brisa que entra por la ventana pero no logra tocarme, escucho las verdes ramas del sauce llorón mecerse  y chocar entre sí fuera de mi casa, siento mi respiración, cada inhalación y cada exhalación. Luego todo vuelve a la velocidad normal. 

Por raro que parezca no he sentido nauseas ni dolor alguno, solo sed.

"¿Esta es tu idea de estar en paz? ¿De encontrar felicidad?"

Una niña de no más de 10 años se sienta sobre el cobertor blanco de mi cama. Pequeña, más pálida que yo, con una sonrisa dibujada en su cara, los ojos brillantes y vestida completamente de blanco, podría ser mi hermana pequeña, lástima que soy la menor. Me mira impaciente. Cierto. Aun no respondo su pregunta.  

"Te preguntaría quien eres pero, dado que mi hora de muerte se acerca, no me importa saberlo" - hablé por fin, con mi característico toque de desdén. No la conozco, no tengo porque ser agradable con ella. Me cansé de ser amable - "Aunque tengo 2 teorías" - añadí, y capte su atención pues sus ojos brillaron más aún, si eso es posible - " ¿Dios o La Muerte?"

Rió, su risa es contagiosa. Toda la habitación se iluminó con ella - "Ninguna de las anteriores" - respondió aun riendo - "Pero puedes llamarme Sam" - acabó de decir. Seguía mirándome fijamente y supuse que aun quería una respuesta.

"¿Paz? ¿Felicidad? Quizás no quiero eso, quizás solo quiero descansar" - le dije y era verdad, yo solo quería estar en un lugar donde no la viera más.

"Entonces la estas evitando. Te felicito, es la mejor forma de no verla nunca más" - ¿Cómo sabía que pensaba?

"¿Quién eres?  Ya comienzas a asustarme" - y de verdad lo hacía.

"Pensé que no te importaba..." - añadió con una sonrisa. Maldita niña rara - "De todas formas te diré que solo pasaba por aquí y te vi... me surgió la duda y quise consultarte cuál es tu idea con todo esto" - ella sonaba como si estuviera juzgándome pero por alguna extraña razón no pude molestarme.

"Quiero que salga de adentro de mí, y no sé cómo... ha sido una decepción tras otra y ya no lo soporto. Todos estos años viviendo y jamás supe que era la felicidad, la paz, como tú dices... ¿Quizás encuentre esas cosas en la muerte, no crees? Cada cosa que ha pasado, nos aleja. Ya no puedo luchar contra esto" - le dije mientras me dominaba la frustración.

"¿Conoces la historia de las dos estrellas fugaces?” - me preguntó, negué con la cabeza – “Hace mucho tiempo, cuenta la leyenda, el universo era un lugar negro, oscuro, frío y matemático. Un día, sin ninguna razón, dos estrellas se enamoraron. No fue un amor fácil sin embargo; la distancia era demasiada, y no podían acariciarse ni besarse, pero su mayor deseo era poder estar juntas, aunque 
solo fuese un instante” - me dijo con una sonrisa soñadora.

La mire en silencio atenta a su historia, su voz consiguió sumirme en una extraña sensación de paz y tranquilidad – “Querían estar juntas, pero no podían” - prosiguió - "Estaba completamente prohibido para las estrellas enamorarse en aquel universo negro, oscuro, frío y matemático."

"¿Por qué?" - pregunte

Ella rió - "No lo sé, yo no estaba allí. Supongo que porque no se les permitía vivir fuera de sus órbitas"

"Eso es triste..." - susurré

"Lo es, pero ellas no se resignaron a vivir separadas, alejadas por un denso, profundo y silencioso 
vacío" – respondió - "Un día decidieron romper la ley del universo perfecto y ordenado, salieron de sus respectivas órbitas convirtiéndose así en dos estrellas fugaces, y se dirigieron a un mismo destino sin saber en qué punto iban a encontrase. Ellas solo querían besarse” - comentó con una sonrisa – “Ellas sabían que ese sería su primer y último beso, pero a pesar de ello continuaron vertiginosas y decididas su sendero suicida… hasta que se encontraron, fundiéndose en un luminoso y bello abrazo de amor y de muerte.”

La miré con tristeza - "¿Murieron?"

Ella asintió y se encogió de hombros - "Fue el precio que tuvieron que pagar por amarse en un universo negro, en un universo oscuro, en un universo frio y matemático."

"Pero se besaron..."

"Sí, se besaron." – sonrió.

Le sonreí captando lo que había querido transmitirme con su curiosa historia.
El amor a veces puede ser algo arriesgado y doloroso, a veces le tememos pero sin duda alguna siempre vale la pena correr el riesgo. El amor es para los valientes, el amor es para aquellos que son capaces de luchar por estar al lado de la persona a la que quieren sin pensar en las consecuencias. 
¿El problema? La decisión ya estaba tomada, a estas alturas ya no había marcha atrás.

"Sam… ¿Ya te vas?" - por un momento sentí la soledad otra vez.

"Sí, pero antes quisiera que dejes un momento de ser egoísta" - me hirió con ello - "no pienses que le haces un bien a alguien más que a ti, eso es una excusa. Hay personas que te extrañaran y aunque no lo creas, ella es la que más lo hará"

"¿Y qué quieres que haga? ¿Dejo una nota?" - se podía notar a kilómetros mi sarcasmo.

"Puedes empezar con ello" - comenzó a caminar hacia la puerta, por un momento pensé que se esfumaría solamente.

"Eres tan predecible, tu vida está dominada por los clichés" - me dijo. Otra vez sonreía y yo no pude evitar hacerlo también.

"Mira quien habla... ¿y tú? ¿No te has visto?" - obviamente me refería a su color de ropa. Blanco. Tan típico.

"El blanco es mi color favorito, es solo eso" - y sin más salió de la puerta y quien sabe cuándo más la volvería a ver.

Lo curioso es que el color blanco también es mi favorito.

Hacer una nota puede resultar ser tan fácil para cualquier persona que no esté a punto de morir por suicidarse. Pero ese no es mi caso. Así que... ¿por dónde debía empezar? Mis padres no se merecían ni una sola de mis palabras. Mis hermanos tienen ya demasiados problemas como para lidiar con la explicación de mi muerte. Y una vez más solo pude pensar en ella.

Prendí mi computadora, necesita al menos escuchar una melodía más antes de morir y de paso escribir "mi nota".

Puse el reproductor y al azar escogí una canción. The Beatles es un gran grupo a escuchar previo a mi muerte. No pude evitar tararear la melodía de mi canción favorita del grupo. ¡Qué paradójico! "Here comes the sun and i say: it's all right" cante mientras sonreía y escribía al mismo tiempo.

Una vez terminado mande "la nota" a imprimir. Quise levantarme para tomarla entre mis manos, ya que la impresora quedaba posicionada encima de mi escritorio negro de vidrio a unos cuantos pasos de donde estaba recostada, pero no pude y entonces me di cuenta. Mis últimas fuerzas las había ocupado en teclear esas escasas palabras. Era el momento de mi fin.

Con una calma extraordinaria comencé a cerrar mis ojos, los parpados se  unieron entre sí, pesados, seguía escuchando de fondo el sonar alegre de la guitarra de esa hermosa canción. También escuche la puerta de entrada abrirse con violencia y unos pasos presurosos de llegar a mi lado. No tardó demasiado en estar frente a mí. O quizás sí.

La vi con la cara inundada en lágrimas y los ojos furiosos, temerosos, e impotentes a partes iguales. Se acercó a mí, se sentó a mi lado. Tomo mi mano y me lleno de la calidez que solo su presencia genera en mí. Con toda la fuerza que mi cuerpo poseía, apunte con mi dedo hacia la impresora. Ella estiro su mano y tomo "mi nota". Aún más lágrimas cayeron de sus hermosos e hipnotizantes ojos.

"Yo también" - me dijo, y sentí el alivio de saber que ella compartía conmigo más de lo que ya lo hacíamos. Y, por fin, sentí un dolor profundo, no por los medicamentos ingeridos, si no por saber que ya no tenía tiempo. Por darme cuenta que la herí. Por darme cuenta de que la gane y perdí al mismo tiempo.

Toda mi vida me he preguntado qué es ser fuerte. Aun no sé qué es serlo. Solo sé que... yo no lo soy.

Con las pocas fuerzas que me quedaban le pedí que se acercara a mi rostro demacrado y ojeroso. "Si pudiera dedicarte mis últimas palabras, te diría que eres la persona a quien más he amado, y si pudiera dedicarte mi último acto, te besaría..." le dije. Sentí mi cuerpo realmente cansado, parpadee 3 veces, roce con la punta de mis dedos su frente, su cabello, sus pálidos labios y entreabrí los míos aun sin saber para qué, pero luego entendí: un suspiro y mi vida se había ido y jamás pude saber lo que era sentir sus delicados labios junto a los míos.

-Ey, despierta dormilona.

-No… no, no te vayas por favor.

-¡Vamos! Ya está por llegar y tu aquí durmiendo. Levántate y ve a lavarte la cara, ¡rápido!

Escuchar la voz de su amigo la despertó enseguida. Desorientada y con los ojos desorbitados lo miro. El nerviosismo presente en su cuerpo no pasó desapercibido para él.

-¿Dónde estoy?

-¿Estas ebria? ¿Cómo que donde estás? Te quedaste dormida en el sillón viendo esa estúpida película dramática de muerte y no sé qué cosas mientras leías el estúpido anuario de la escuela. Me tengo que ir, nos vemos al rato – dijo su amigo mientras salía por la puerta.

-¿Dormida? – repitió tratando de entender.

Y lo comprendió todo.  Tomó el libro entre sus manos y leyó la dedicatoria:

“No te detengas nunca.
Muchas gracias por hacer de mi mundo un lugar más brillante y hermoso.
Cariños, xxx”

-“Oh…”- no podía creerlo – “¿ha sido un sueño? “ - se preguntó a sí misma.

El sonido del timbre interrumpió sus pensamientos, miro a hacia la puerta entrada  ya abierta y allí estaba.

-Hola, tu – lo dijo de una forma tan natural y lo cierto es que, cuando saludas esperas un buenos días de vuelta, sin embargo eso no ocurrió. La vergüenza la cubrió por completo tiñendo sus mejillas de un tono rojizo al recordar su sueño  y lo único que atino a hacer fue huir y encerrarse en el baño.

- ¡Ey! ¿Qué pasa? ¿Acaso estás loca? Abre la puerta – decía con un tono algo desesperado mientras ella aún se encontraba en shock por el sueño dentro del baño.

¿Cuánto tiempo había dormido? No lo sabía con seguridad, pero lo que si sabía era lo que había sentido con aquel dichoso sueño. No se explica como un sueño le pudo haber afectado tanto como para replantearse sus sentimientos. El poder de un sueño.

-Estas asustándome, ¡por favor sal de ahí! – y con lentitud la puerta comenzó a abrirse.  Al principio la vió aparentemente bien si no fuera por esa mueca de terror que tenía en su rostro.

-¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? – pregunto con genuina curiosidad.

- He tenido un sueño tan real… tan surrealista a la vez… estoy desorientada.

-¿Qué has soñado para estar así? – de inmediato un montón de lágrimas comenzaron a caer por su rostro, incontrolables. Estrello su cuerpo contra el que tenía delante presa de un miedo superior a cualquiera que hubiera tenido antes. 

-Por favor nunca te vayas… por favor

-Tranquila, no me iré – y encontró en esas palabras una paz que hace tiempo buscaba.

-¿Recuerdas cada momento que hemos vivido? ¿Lo recuerdas?

-Claro, ¿Cómo voy a olvidarlo? Has sido, eres y serás siempre importante para mí, pequeña – le dijo con una seguridad abrumante – aunque también es cierto que no me has entendido en alguna cosas que te he dicho. Yo sé que muchas veces me has preguntado si compartimos una amistad y quizás por algunas actitudes y gestos hacia ti, te haya convencido de lo contrario en el pasado… pero tampoco nunca lo he negado.

-No… nunca lo has hecho… pero tampoco me has dicho que somos… entonces… ¿que soy para ti? – Al no recibir respuesta ella volvió a formular su pregunta con mayor intensidad – Dime, ¿Qué se supone que soy para ti?

-Un mundo por descubrir… mi sentido para seguir adelante.

Y después de esas ocho palabras no pudo evitarlo. Ella se sujetó con fuerza de su cuello y juntaron sus labios justo como no pudo hacerlo en su sueño. Lo raro, lo diferente es que no se separó de ella, por el contrario, parece ser que encajaron perfectamente cual pieza perdida de un rompecabezas. 

-¿Te he besado yo?

-Así es... – respondió tratando de recuperar la respiración.

-Por dios, lo siento… de verdad lo siento… yo no – trato de disculparse ella.

-No lo sientas… - la interrumpió con una sonrisa en su rostro – ignoraremos esto por ahora y saldremos como si nada hubiera pasado…

-¿Por ahora?

-Exacto, por ahora – dijo mientras caminaba rumbo hacia la puerta que momentos antes había cruzado  - pero luego vamos a hablar… y mucho.

-¿Hablar? – ella balbuceo nuevamente tratando de evitar que los latidos de su corazón fueran escuchados.

-Sí, hablar – hizo una pausa – no sé qué soñaste pero te aseguro que no esperare otros 5 años, un asqueroso viaje en auto hasta aquí y que vuelvas a soñar conmigo para hablarte de mis sentimientos. Yo también tengo sueños ¿sabes? – termino de decir con una sonrisa.

-¿Sueños? ¿Qué tipo de sueños? –ella continuaba interrogando mientras perseguía por el pasillo su voz.


-He tenido una cantidad incontable de sueños, y en mi mente se guardan solo los más hermosos… y adivina… ¿quién es la verdadera protagonista? 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario